Breve historia de la colonia.

Los orígenes de esta colonia se remonta a los años de 1766 y 1771 cuando fue levantada y dejada inconclusa la Casa de los Mascarones, que tenía como objetivo ser la finca de campo para don José Diego Hurtado de Mendoza, Pedro y Vivero, séptimo conde del Valle de Orizaba y vizconde de San Miguel. (Ribera de San Cosme No. 71).

A mediados del siglo XIX, favorecidos por la desamortización de los bienes eclesiásticos y las Leyes de Reforma, los Hermanos Flores establecieron la primera empresa inmobiliaria de nuestro país, la cual creó la colonia Santa María La Ribera en 1861 al fraccionar varias haciendas y ranchos del poniente de la ciudad. Esta nueva colonia se estableció como el primer fraccionamiento planeado de la capital mexicana, mismo que contaría con calles con traza reticular, un parque, una iglesia y un mercado.

En la época de Porfirio Díaz registró un acelerado desarrollo y aumento en su número de residentes, la mayoría de ellos pequeños comerciantes, profesionistas y empleados del gobierno quienes eran atraídos por la calidad de sus espacios urbanos y por la facilidad de comunicación con el centro de la ciudad. De esta época datan la mayoría de las construcciones de la zona, así como sus templos, destacando especialmente el Templo de los Josefinos de estilo bizantino y la Parroquia del Espíritu Santo poseedora de una suntuosa decoración en su techo.

Esta colonia representó los ideales de orden y modernidad del porfiriato, albergando destacados edificios y monumentos de las fiestas del centenario como el actual Museo Universitario del Chopo y el Kiosco Morisco de la Alameda de Santa María La Ribera, parque central de la colonia, en frente del cual, se ubica el también porfiriano Museo de Geología, un exquisito edificio de estilo ecléctico.

Con el paso del tiempo la colonia decayó y muchos de sus habitantes fueron emigrando a otras zonas de la ciudad, convirtiéndose muchas de las casas en pequeños negocios y vecindades. Otras abandonadas.

Hoy en día la colonia observa un proceso de regeneración al revalorarse  el patrimonio arquitectónico de la zona, que aunado a su cercanía al Centro Histórico y el aire de familiaridad de sus calles, está atrayendo nuevas familias, artistas e intelectuales que están haciendo de este barrio su nuevo hogar.

Memoria de Nuestra Colonia

Desde el Principio

Los inicios de nuestra colonia se remontan a tiempos muy lejanos, hacia el 1766, año en que el Conde Don José Diego Hurtado de Mendoza, Peredo y Vivero, séptimo Conde del Valle de Orizaba y Vizconde de San Miguel, propietario de la casa de los Azulejos (hoy Sanborn´s Madero) construye su lugar de descanso, la casa de los Mascarones.

Fallece en el año 1771 sin ver terminada la construcción.

Sin embargo es hasta el año 1861 en que se empiezan a fraccionar, por los hermanos Flores, los terrenos de la Hacienda la Teja y del Rancho Santa María, del cual posteriormente tomaría el nombre la colonia y Ribera, por estar situada al norte de la Rivera de San Cosme.

Para 1910 se inaugura el Palacio de Cristal, mejor conocido como Museo del Chopo, con una exposición de Japón por las festividades nacionales del centenario de la independencia, contando con la asistencia del Presidente Porfirio Díaz, así como el embajador de aquel país.

Muchas historias, anécdotas y algunos otros mitos rondan al rededor de este barrio cercado por importantes avenidas, pero lo que es un hecho es el constante cambio que ha vivido desde sus orígenes y es una clara muestra de las transformaciones de nuestro país.

Desde su arquitectura, al ver la gran diversidad de estilos y tendencias, lujo y sencillez pero ante todo gran variedad.

Desde la espiritualidad, con instituciones religiosas de diferentes credos y formas de acercarse a la gente.

Desde su cultura, con dos importantes museos, majestuosos en historia, acervo y relevancia.

Desde la educación, con la amplia gama de oferta educativa, desde colegios, institutos, universidades, centros especializados en algún ramo, capacitación y enseñanza recreativa, así como una biblioteca.

Pero lo más importante, desde la riqueza de su gente, tanto en edades, clases, razas y nacionalidades.

Es por esto que la historia continua con nosotros, hacia donde la llevamos, como la queremos, como la vamos conformando.